lunes, 12 de agosto de 2013

¿Cómo morir?

Busco un maestro de la muerte, y no lo hallo.

Acudo a las fuentes habituales: bibliografía, testimonios,...y nada me ayuda a entender cómo morir.

Podría fácilmente aprender a poner una mesa elegante, en qué posición deben estar mis invitados, cómo limpiar manchas de esto y lo otro, teorías físicas sobre el funcionamiento del universo, burdas hipótesis corriendo al rebufo del mundo, la fisiología de la muerte, pero de cómo morirse,...¡del cómo, nada!.

Me pregunto cómo, si ese es nuestro destino, lo descuidamos tanto...


1999

¿Y si estoy naufragando en la galerna del sueño?
¿Y si sólo es Morfeo jugando?
¿Y si, dentro de poco, despierto,
y mi angustia se evapora en el sopor de un día de verano?

Debe ser eso, si...y si eso acontece:

¿por qué se me parte el pecho a cada paso?
¿por qué pugnan por salir las huérfanas del oscuro mar que ahora no puede mirarte?
¿por qué mi piel y mis labios se desgarran entre dolores de parto, el de la nada y el abandono?
¿por qué no puedo manchar tu recuerdo dulce e inmaculado, y hallar al menos ese consuelo?.

Provocaste en mi el deseo más puro que jamás he conocido,
tanto que parece escarcha y no llama, hermanas ardientes.

Alumbraste en mi el amor más puro, porque antes de amarte ya te amaba, y después de amarte, te amo.

Un beso (un beso).


Wendy, 1999.

¿Con quién te comparas?

Me quejo de vicio; antes me quejaba mucho más, y me voy dando cuenta de lo inútil, dañino e improductivo que es quejarse todo el tiempo. Impide ver las cosas buenas y agradecérselas a la vida.

Atasca.

Perseguir un estereotipo ajeno que, sin embargo llevamos grabado a fuego de forma inconsciente es agotador, un viaje a ninguna parte, cuando el destino del ser humano es claro...el cementerio.

Tratar de agradar, cumplir las expectativas que uno cree propias y un buen día descubre que son ajenas. Obsesionarse...


Quizá es la edad, la madurez, o que por fin esta dura mollera se ha vuelto más porosa...