viernes, 15 de marzo de 2013

Quién soy...

Asusta un poco percatarse del escaso conocimiento que a menudo tenemos sobre nosotros mismos. En apariencia no debiera de haber nada más importante, pero incuso en el caso de los egoístas crónicos, no es así; to necesito, yo quiere, yo merezco,...no es "yo soy".

En lugar de guardar como un tesoro nuestras fortalezas y debilidades, utilizar las primeras para vivir la vida y aprender de las segundas, y atesorar este bagaje enteramente único, nos desconocemos casi por completo.




A veces vislumbramos rasgos de carácter, trampas del pensamiento que enmascaran miedos diversos; con el tiempo aprendemos a ver nuestras mentiras, a reconocer ciertas trampas que nuestra verdad imaginada nos tiende, y que a menudo nos alejan del otro. Pero seguimos sin tener un autorretrato fiable.

Quizá una educación basada en enfatizar los errores y debilidades, y tomar los aciertos y fortalezas como el estándar, y no como algo digno de elogio, nos convierte en el resultado de nuestras acciones cuestionables. Sin embargo, somos mucho más que nuestras acciones, algo que trasciende lo que hacemos y decimos, algo indefinido con lo que nacemos y morimos, que jamás nos abandona, y que a penas conocemos.

Escojamos aquellos amigos entrañables que no nos mienten, y preguntemos qué tenemos de bueno, cuáles son nuestras fortalezas, y desde ese estado de validez consultemos a continuación qué cosas mejorarían de nosotros si pudieran. Y no olvidemos que aquello que nos dicen desde el amor tampoco es la verdad, sino interpretaciones más o menos afortunadas de la misma.

La verdad, ¿quién la discierne?...

Y no tomemos este ejercicio como un baño de  alabanzas ni como una mortificación, sino como un ejercicio de autoconocimiento.



Porque creo firmemente que cuanto más me conozca a mi misma, cuanto más consciente sea de mis bondades y deje de ser el único retrato de mis errores, cuanto más y mejor vea el cuadro completo, cuanto más ame eso que veo y más perdone lo que luce menos, más preparada estaré para amar a otros. Y para mostrar, y no imponer u ocultar.