miércoles, 13 de enero de 2010

Encrucijadas

Últimamente no me asaltan pensamientos libidinosos. Son fantasías más de película de "amor y lujo", en la que aparece el hombre perfecto (o no tan perfecto, que se vuelve perfecto porque se enamora perdidamente de tu interior, por supuesto), evasiones de mis preocupaciones reales.

¿Alguna vez uno se siente medianamente satisfecho con lo que tiene, con su trabajo, con el lugar en el que vive?, si alguien lo consigue, debe de ser una sensación maravillosa de paz y equilibrio, aunque las trabas de la cotidianeidad lo trastornen todo un poco.

Yo no he alcanzado todavía ese estado; siempre hay algo que no cuadra: el trabajo, el lugar de residencia,...De momento, lo único que no falla es la compañía sentimental, e intuyo que con esto debería darme con un canto en los dientes, pero no es así.

Desde los tiempos de la universidad, no he vuelto a alcanzar el equilibrio (y antes de llegar a ella, era un bicho raro en mi entorno, así que de equilibrio, poca cosa), quizá porque, aunque cada vez estoy más convencida de que me equivoqué de medio a medio eligiendo estudiar la carrera que estudié, me gustó mucho hacerlo; disfruté, a pesar de las muchas horas de estudio, y de haberla acabado en 4 años "porque yo lo valgo" y era lo que ponía el plan de estudios (qué borrica, madre).

Después, durante la pesadilla de la becaria no deseada (4 años), sobre la que voy a correr un tupido velo porque bastante me ha jorobado ya la vida, estuve viviendo en León, y ahí era el trabajo lo que fallaba. Cuando nadie te quiere donde estás y sólo eres un estorbo, las cosas se pueden poner difíciles (moradas, o incluso negras): no sé qué es peor, que te ignoren o que te utilicen de saco de boxeo figurado de frustraciones ajenas.

Terminado el periplo becario, vámonos a Vigo (6 meses) a hacer un cursazo de elaboración de Conservas de 600 h. Ahí falló la familia (triste pero cierto) y la imposibilidad de encontrar trabajo.

Después Madrid (1 año) y el trabajo de auxiliar administrativo y comercial. Falló la ciudad que todo lo tiene cuando tú sólo tienes 800 €, y falló el trabajo, que me encajonaba en un sitio en el que no tenía la más mínima posibilidad ni de mejorar, ni de hacer contactos, ni de nada, aunque eso sí, aprendí cosas que hubieran sido inabarcables de otro modo (ofertas comerciales, llevar un súper cliente tú sola, desde el servicio hasta la facturación, provisiones de coste y gasto, cierres de mes,....). Esto me dió una óptica distinta de los departamentos que me rodean ahora.

Giro de timón, vamos a hacernos un Máster de Calidad y MA, vámonos a trabajar a Galicia de Técnico de Calidad y Medio Ambiente. ¿Qué falla aquí?, que el trabajo no me agrada ni me siento valorada en lo más mínimo, porque no me hacen ni caso, a no ser para quejarse de las "mierdas" de Calidad (para muestra un botón: cuando opté al trabajo me dijeron que terminar el Máster era imprescindible, y cuando registraron mi puesto de trabajo en el Manual de RRHH, pusieron que el perfil necesario es el de un FP, que no puede hacer un Máster,...buff). Además, el sitio donde vivo es bastante feo y muy pequeño. Por ende, mi chico no se encuentra a gusto ni en su trabajo ni en el pueblo donde vivimos.

Ahora, estoy tratando como loca de encontar trabajo en Ponferrada, porque mi chico podría pedir traslado allí, y dado que tiene un buen trabajo, no podemos permitirnos el lujo de perderlo porque nos gusta más un sitio que otro para vivir.


Y en mi caso, aunque los logros sean modestos, no quisiera retroceder mucho, aunque no tengo problema en virar el timón laboral otra vez. Pero el momento es el peor, y las casualidades a la hora de encontrar trabajo son pocas. Que yo recuerde, mi CV sólo ha servido para conseguir la beca (en mala hora...), pero no para ninguno de los trabajos que he tenido. En las empresas los deben usar para limpiarse las partes nobles,...

Da igual si tienes méritos de sobra, que si no tienes padrino, 99 de cada 100 veces no te bautizas.

Así que estoy rezando todo lo que sé para ser, esta vez, el 1% que marca la diferencia.  No sé ya a qué santo rezarle, y no sé por qué rezarle, porque encuentre trabajo, o porque aprenda a conformarme de una puñetera vez.

Así no hay forma de concentrarse en lo verdaderamente importante, como por ejemplo el sexo.

Uff.