lunes, 22 de marzo de 2010

El Sol

Tanto tiempo esperado y que tan poco se prodiga en la zona donde vivo y trabajo.

El sol, a mi parecer, colabora en apaciguar conflictos y hostilidades (siempre que el agua esté asegurada,¿eh?, que ya se sabe que por agua y por tierras ma-ta-mos), ya que, al menos mi buen humor es constatable; y resulta indispensable para la síntesis de vitamina D.



Curiosamente, se ha desarrollado una hipótesis sobre el origen de las distintas coloraciones pigmentarias de la piel, relacionada con la exposición a la luz solar, y por tanto dependiente de las horas de sol.

Allá va: como está demostrado que la piel oscura deja pasar menos los rayos ultravioleta y sintetiza menos vitamina D, y teniendo en cuenta que nuestros ancestros comunes habitaban en África ("ergo" debían de estar bien chamuscaditos), al emigrar hacia zonas con mucha menos intensidad lumínica y horas de sol, los individuos con mutaciones que implicaban aclaramientos de la piel estaban mejor adaptados a los nuevos ambientes. Perfectamente posible, ¿no?.

En otro orden de cosas, a mi la claridad, los dias soleados, aún cuando fríos, me producen una sensación curiosa, un ligero cosquilleo en los labios vaginales, una incierta promesa que pocas veces se cumple; pero en sí misma la promesa merece la pena, parece la representación física del cosquilleo del alma.

Lástima que esto sea Galicia y en dos dias, a lo sumo, vaya a llover. Fijo. Hasta entonces, estaremos felices mi cosquilleo y yo.

Ah, y el próximo que se ria de mi color de piel, sufrirá una disertación sobre la perfección adaptativa que ello supone, viviendo en Europa...¡y a rascar!.

2 comentarios:

  1. Que te voy a contar Wendy...cuando en los soleados interludios invernales pongo a mi calvo, congenere de tu Willy, a la acción de los ultravioletas,...como los girasoles.

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  2. ¡Qué alegría que da el solete!, ¿eh?.
    Si es que seguro que tenemos algo de reptil en nuestro ADN, a fuer de las referencia fálicas.

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