martes, 6 de octubre de 2009

El Imbécil

El imbécil, insigne representante de la fauna y flora laboral, supongo que de casi todo el mundo. Ese tipo que, literalmente, te saca de tus casillas: prepotente, altanero, maleducado,…En definitiva: el gilipollas contumaz que, invariablemente, hace lo que le sale de las gónadas. ¡Pues anda que si hiciéramos todos lo mismo, lo que sería ir atrabajar!.

Ya nos hemos situado, ¿no?. En mi trabajo, por desgracia, hay varios especímenes pertenecientes a esta raza de energúmenos, cada uno con sus particulares características.

¿Y qué me dicen de si el interfecto está razonablemente bueno?. Si, el típico narcisista, egoísta hasta la médula, y con un miedo cerval a perder una milésima de poder/preponderancia/notoriedad (¿será que estar bueno no es suficiente y él pensaba que si?). En mi trabajo tenemos el dudoso honor de soportar un claro exponente de este fenotipo.

En el entorno laboral eso no te sirve de nada. Al menos yo no consigo separar el aspecto físico de la personalidad. Si un tío es imbécil, puede ser como un dios griego, que para mi es y será un cretino impenitente.

Bien. Pero a la hora de fabricar una fantasía erótica, el “pavo” ese aparece en tu retina una y otra vez; te preguntas: ¿por qué pienso en este cenutrio?. Fácil, ¡porque está bueno!, y para echar un polvo, aunque sea virtual, no hace falta más. Así de claro. (Aunque me de rabia, lo reconozco).

El resultado práctico es que, de vez en cuando me encuentro inmersa en fantasías de dominación con el individuo ese, porque ya que me “jode” laboralmente, lo propio es que me lo cepille yo eróticamente hablando, ¿no?. ¡Faltaría!.



Así que mi fantasía se suele desarrollar en el entorno laboral; nos quedamos solos/encerrados/olvidados en el trabajo, comenzamos a discutir desaforadamente, pero en algún momento me doy cuenta de que, al fin y al cabo, yo soy una mujer y el un hombre heterosexual y bastante simple, así que está claro que no va a perder la oportunidad de follarme. Fijo.

Conocido mi poder, la cosa cambia y mucho. Le hago partícipe de mi descubrimiento, lo cual le deja helado, y pongo mis condiciones. Supongo que el tipo evalúa qué le merece más la pena, follar o una patada en los cojones, que es lo que me falta ya para expresar todos mis desacuerdos profesionales, y poco a poco, su cara varía de expresión.

Lo veo, lo veo claro, ha elegido: ha elegido follar, y según mis condiciones. ¡Viva el instinto animal!.

Las condiciones: masaje, masturbación, sexo oral, satisfacción completa de mi persona, y después evaluaré si le dejo penetrarme.

Cumplidas las condiciones, y después de correrme dos veces (masturbación, 1; sexo oral, 2), estoy tan satisfecha que decido agasajarle con una buena mamada, que al fin y al cabo también me apetece, y cuando su cuerpo empieza a temblar y a contraerse involuntariamente, paro en seco, lo miro y le digo: ¡fóllame!. No hace falta que lo repita: se aplica a ello con fruición, contra la mesa del despacho donde estamos. Tres, dos uno,…otro orgasmo. Se acabó.

El plano se funde en negro, como en las películas antiguas. Pero el sexo, aunque placentero, era lo de menos,…lo estimulante ha sido el poder.

lunes, 5 de octubre de 2009

Blanco y negro

El otro día me preguntaba mi chico, al hilo de una conversación sobre los criterios estéticos que aplicaba a la selección de la miríada de fotos de chicas que guarda en nuestro ordenador, que por qué yo no tenía fotos eróticas de chicos guardadas en internet. Francamente, no supe qué contestarle en ese momento.

Pero lo he pensado. Y llego a la conclusión de que no es fácil para mí encontrar fotos erotizantes, así que no las tengo porque me da pereza buscarlas.

En primer lugar porque, en su mayor parte, y con alguna honrosa excepción, me desagradan las fotos con penes y vaginas en primer plano: muy gráfico y descarnado. En segundo lugar, no me preguntes por qué, el uso exagerado del color me parece muy vulgar. En tercer lugar, porque me parecen más estéticas las fotos de cuerpos femeninos. Y en último lugar, porque me dice mucho más lo que se sugiere a o que se muestra.

Así que fotos insinuantes, que no muestren directamente o en primer plano los órganos sexuales, y en blando y negro, ¿no?.

He encontrado algunos ejemplos ilustrativos:


(la mejor)
(pena de ojos cerrados)
(pena de boca cerrada)



Después, pensando en ello, he encontrado una imagen que me erotiza muchísimo, cada vez que la veo, y que tenía olvidada. Os sitúo: Blade (la primera), Wesley Snipes, hacia el final de la película, de espaldas a la cámara, con el torso desnudo y un tatuaje impresionante. Sin palabras,…o con demasiadas.

He tratado de encontrar ese fotograma, pero no he sido capaz, me tengo que conformar con este otro, en que la chica sobra. Haceos a la idea de que sólo está esa portentosa espalda ( y toda ella), que parece viva.



He de comentarle mi descubrimiento a mi costillita.

Erótica y bolsa

Alucina con el artículo encontrado en esta página web:

http://www.tendencias21.net/Las-imagenes-eroticas-estimulan-el-riesgo-economico-en-los-hombres_a2184.html

En dicho artículo se comenta que los investigadores Brian Knutson (profesor de psicología de la Universidad de Stanford) y su colaboradora, Camelia Kuhnen, analizaron el coportamiento de 15 varones heterosexuales (me pregunto por qué, supongo que para simplificar el estudio, aunque yo probaría a hacer lo mismo con homosexuales; el que seamos mayoría no nos hace la medida de todo), descifrando el mecanismo neurofisiológico subyacente a la toma de decisiones económicas. A seaber:

Los hombres tienden a arriesgar más dinero después de ver una escena erótica, lo que se corresponde con un incremento de la actividad neuronal en el núcleo accumbens del cerebro.

Vamos....que piensan con la polla. Demostrado científicamente.