miércoles, 23 de septiembre de 2009

La imposibilidad

He descubierto una cosa: soy incapaz de masturbarme cuando comparto la cama con mi chico. Incluso estando él plácidamente dormido, soy incapaz.

Ya me había dado cuenta de esa imposibilidad cuando está despierto, pues la única forma en la que consigo masturbarme en esas circunstancias es que lo haga él. De hecho, me ha pedido varias veces que me masturbe delante de él, para verme, pero yo soy incapaz.

Ahora, lo de esta noche ha sido para nota: me he despertado hacia las seis de la mañana, notando un ligero ardor en mi entrepierna, del tipo en que los labios están hinchados, casi tumefactos, pero no estás lubricada (no sé si esto es normal, fruto del uso de píldora, o….no sé); casi instantáneamente empecé a tener una fantasía con un mecánico de taller que conozco, y que, si no quisiera a mi costilla, quizá fuera un candidato, no por el físico (nada que ver con un tipo cachas de gimnasio, musculoso y sexy, borradlo de la mente), sino por la forma en que me trata (ah, el cerebro de las mujeres, por lo menos el de esta), arrogándole un carácter mucho más marcado, y a mi, por supuesto.

Como no había manera humana de lubricar, aunque me estaba estimulando manualmente, traté de hacerlo con saliva, pero me cuesta horrores escupir, escupir sobre un dedo con olor a sexo ya ni te cuento, y además la saliva es como el agua, se seca rápido y al final reseca más que empapa. Como el lubricante lo tengo en un cesto de plástico que hubiera tenido que abrir, para lo cual había que encender la luz, cosa que despierta indefectiblemente a mi costilla, opté por buscar en el cajón de la mesita una crema que me recetó el ginecólogo para los picores de origen incierto, y me la intenté echar. La crema viene en uno de esos tubos plásticos que recuperan siempre su forma original, y no salía, no salía,...¡hasta que salió todo de golpe!; la sensación de frío en el clítoris estuvo bien, pero la pringada total de sexo y bragas, ¡un desastre!.¡Casi no podía moverme, para no pringar todo mi lado de la cama!.

Me tuve que levantar e ir al baño, retirarme gran parte de la crema y cambiarme de ropa interior…¡y de orgasmo, ni hablamos!. Eso sí, mi niño dormidito, dormidito, y yo dando vueltas hasta que sonó el despertador (tres veces, porque no era capaz de mover el culo).

Una experiencia desastrosa.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Divergencias realidad-ficción y dismorfofobia

La vida debería ser tal y como la imaginamos. Sería tal la sensación de felicidad que la gente se sentiría incluso ligeramente indispuesta, estilo “mal de Stendhal”, ante tanto ideal hecho carne y sangre. Aunque sospecho que ni siquiera en este caso el ser humano se sentiría satisfecho: convertido el sueño en realidad buscaría otro sueño.
Uno de mis sueños constante y continuo es tener una vida sexual rica y abundante, satisfactoria y vital. Difícil, porque en mi vida cotidiana no me siento así en absoluto. Y eso de decir “me siento” y no “estoy” o “soy” ya es un avance, conste en acta. Habitualmente estoy cansada de pasar 9 horas y media aburriéndome mortalmente en el trabajo (por desgracia, se necesita dinero para vivir), cansada cuando llego a casa, cansada de no ser capaz de hacer más de lo que hago, ¿sabéis?, todas esas cosas que hay que hacer: ejercicio todos los días, comer 5 piezas de fruta o verdura, dedicar un tiempo al ocio, resolver las labores de casa,masajearse ls pies, ponerse una mascarilla, la crema de la celulitis, siempre arreglada, siempre dispuesta …. En cierto modo, cansada de estar cansada me encierro en mi misma, y sólo después de un entrenamiento intensivo, consistente en leer relatos eróticos uno detrás de otro, o buscar una película porno que no me resulte desagradable (esta si que es una labor ardua,…¡mira que son malas las actrices porno!,…encontrar una a la que te creas es bien difícil), quizá me apetezca una masturbación, quizá un mimo,…pero el resultado es dicotómico: ciertamente relajante y satisfactorio, positivamente insuficiente. ¿Habéis escuchado alguna vez una pieza interpretada en un piano de estudio, con la sordina puesta?, bien, pues trasladadlo al campo de lo físico y huelgan las palabras.
La dismorfofobia es un claro inconveniente. Para el que ande un poco despistado, le diré que, técnicamente es un síndrome de distorsión de la imagen, y yo utilizo el término en un sentido algo más extenso, por mi querencia por las palabras técnicas que se ajustan bastante a los significados buscados; pero en resumidas cuentas, y yendo al grano: me veo gorda, con tripa y las piernas desproporcionadamente robustas en las parte superior, y torcidas. Sé que no soy un monstruo ni soy obesa, aunque siguiendo los cánones de salud-belleza (he llegado a la conclusión de que en estos tiempos ambos términos se entrelazan de una forma muy torticera) sí tengo sobrepeso. Hago lo que puedo al respecto, pero los puñeteros 5 kilos insisten en quedarse conmigo.
A lo que voy: eso es lo que veo en el espejo: ¿cómo llevar mis fantasías a la realidad si, por mucho que me desee mi pareja, por muy linda que me vea, yo soy incapaz de verme a través de sus ojos?; esa es la sordina, en resumidas cuentas. Y vaya si es efectiva, la muy c…. Aunque le veo el juego a los comerciales de televisión, a la tele, a las selecciones de presentadoras en el telediario (ellos, cuanto más añejos se ve que mejor), a las tiendas con tallas minúsculas, es una acoso y derribo de tal calibre a la autoestima femenina que no consigo “hacerme fuerte” en mi plaza. Lo intento, y la mayor parte del tiempo actúo en consecuencia, pero esa asquerosa oruga está constantemente comiéndome las entrañas.
Ah, esto unido al mal de la humanidad más favorecida, el nervio permanente,…para qué quieres más. A veces pienso que si no tuviéramos con qué alimentarnos, ni posesiones ni un mínimo bienestar económico, estaríamos tan preocupados por vivir cada día, que todas estas “neuras” paralizantes no tendrían cabida. O quizá estoy equivocada, mi abuela vivió toda su vida amargada, probablemente depresiva crónica sin que nadie se lo diagnosticara porque ya se sabe que en aquellos tiempos todo eran “histerias femeninas”, y no nadaba en la abundancia precisamente, todo lo contrario.

¿¿¿¿????