martes, 15 de diciembre de 2009

Te hecho de menos

Hecho de menos tus manos, mi vida, sobre mi pelo.

Anhelo tu cuerpo y mi lugar en él, aquella postura que nos enlaza y nos asemeja a uno.

Imagino tu expresión tierna, amándome con infalible terquedad, rescatándome de mis precipicios una y otra vez, únicamente porque para ti mi valor es imposible de calcular.


Porque me amas.

Y yo te amo.



Feliz y egoista sé que todo eso lo tendré: tu mirada, mi vida, tus manos,... esta noche, cuando regrese al hogar.

miércoles, 25 de noviembre de 2009

Chocolate

Me gusta mucho el chocolate. Paradójicamente, aun siendo lo que más disfruto, soy capaz de controlarme y dosificármelo, a modo de reconstituyente, así que por mor de esta feliz coincidencia, siempre hay chocolate en mi casa.

Por eso, a la hora de escoger un lubricante profiláctico u otro accesorio del sexo, siempre me decanté por ese sabor, y hasta hace poco, siempre me defraudaba, lo cual mucho no paliaba mi pereza crónica.




Sin embargo, he encontrado una loción para pintura corporal que sabe a chocolate, pero de verdad. Así que, teniendo en cuenta que el pene de mi chico siempre me ha parecido bastante estético (dentro de las limitaciones de un pene, quizá porque está circuncidado, a la par que suave y agradable al tacto), pero no me agrada mucho su olor, y nada el sabor de los flujos seminales, este ha sido un descubrimiento la mar de lujurioso.

Puedo disfrutar acariciando, besando, lamiendo y chupando a mi querido Willy sin estar pendiente de cuándo comenzará a soltar jugos de sabor dudoso, así que puedo recrearme en provocar placer, aunque me gustaría que fuera por más tiempo.

Quién sabe, quizá estrenando los músculos faciales consiga tersura en mi piel y mamadas impresionantes…el futuro es un misterio.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Masturbarse

Sé que resultará increible, pero masturbarse puede resultar, además de excitante, en cierto modo urgente, y también placentero,  francamente útil.

Ayer lo comprobé.

Cedí al impulso y me volví a masturbar en el baño de la oficina. Aunque no estaba muy lubricada, si debía estra excitada, porque el orgasmo fue francamente agradable, más profundo que otras veces. Y la relajación posterior, cuando ya los labios vaginales se han deshinchado volviendo a su ser, no tiene precio.




Por eso la bronca que tuve dos horas más tarde con otro compañero de trabajo, aunque me afectó y todavía me afecta, resultó mucho más llevadero. Tenía mucha menos tensión acumulada, mucha menos rabia,..

Quizá debiera patentarse la técnica masturbatoria pre-reunión de trabajo, o negociación de convenio, puedier ser algo útil.

Eso si, en esos casos, conviene la presencia de una tercera parte que certifique que ambos contendientes, o ambas partes, se han desahogado convenientemente.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Rellenita o en su punto

Así se llamaba, para mi desesperación, la página web donde encontré la foto de Crystal Renn, modelo de tallas grandes (osea, las normales, porque esta chica es normal, normal).

Quizá no esté muy versada en el erotismo, pero a mi me parece muy sexy, erótica,…si fuera un hombre no lo dudaría, e incluso siendo mujer puede que me lo pensara.




Esa suavidad en las formas, sin aristas, sin ángulos, turgente y cálida.




Si señor, sin lugar a dudas, me pone mucho más cachonda que otra modelo “al uso”.

jueves, 5 de noviembre de 2009

El cochecito

En un remedo de la película "El pisito", con un genial y desafortunadamente extinto J.L. López Vázquez: si, estoy buscando un coche, y me está costando lo mismito que al protagonista (o protagónico, que me encanta esta palabra, no lo puedo evitar), salvo que yo no tengo viejo verde con el que casarme para obtener el preciado bien (a no ser que asesine a mi costillica o cometa poligamia).

Horrorizadita estoy de los precios de los vehículos, y también de la sarta de estupideces que, según comentan los comerciales de los diversos concesionario, demanda la gente. Estoy empezando a sospechar que la gente vive en su coche, porque si no: ¿a qué conexión USB?, ¿a qué conexión del Ipod?. ¿Asientos de cuero?,¡uff, con lo que suda!.

¿Y si, en efecto, la gente, ante la carestía de piso a precio razonable en propiedad o alquiler, está viviendo en sus coches, al menos el 90% del tiempo?, eso sí, el otro 10% irán a la casa paterna o materna a dormitar y a que les hagan la colada, que ya sé yo cómo va esto.

Si así fuera, creo que la "peña" lo está enfocando mal.


Las preocupaciones deberían estar relacionadas con la habitabilidad y confort; es decir: ¿tengo posavasos o se me caerá el cuba-litro encima cuando pruebe la mezcla?, ¿los asiento son cómodos o parecen lija?, ¿puedo llevar a mis colegas holgadamente?, ¿la colilla del peta la tiro por la ventanilla o hay cenicero? y lo que es más importante, ¿los asientos se reclinan lo suficiente y están mulliditos como para echar unos buenos polvos?, porque vamos, el coche medio es incómodo de narices para los desahogos amorosos.



A esta juventud, como el “Mi querida señorita”, nadie les ha explicado cuál es su verdadera identidad, por eso creen que son MACs con conexiones Ipod, USB,..., y no personas con necesidad de cubículo follador.

Ups, I did it again!

Señor Apollinaire, debo informarle de que lo he vuelto a intentar,…y esta vez sí. Intenso y cálido como una ola, en este día gélido y nublado.

martes, 3 de noviembre de 2009

Orgasmo

¡Envidio los orgasmos de los demás, y me odio un poco por no permitírmelos!, me invade de tristeza.

Apollinaire

¡Qué puede inducir a un hombre a escribir tales obscenidades!.


Tenía curiosidad por conocer algo del tal Apollinaire y su vida, para entender qué sutil encanto podía esconder para él la coprofilia, los empalamientos,… y he descubierto a un tipo particular; hijo de un oficial del ejército de las dos Sicilias y de madre polaca secuestrada de un convento y posteriormente abandonada por el tal oficial; excesivo y snob hasta el delirio, que ama la poesía y vive de la novela erótica, rinde un culto obsesivo a la imagen y acuña el término surrealismo. Todo un experto en la escritura automática. Personalidad con tintes sadomasoquistas.



¡Pues para qué quiero más!.

En mi opinión, los surrealistas siempre han sido un grupo de escépticos desencantados que buscan libertad y liberación en el sueño, el delirio, los impulsos visuales,…nada de normas, códigos o proporciones.

Ciertamente, no sé si conseguiré terminar de leer “Las once mil vergas” o renunciaré. Me produce una atracción física, a mi pesar, y una repulsión mental total. Me recuerda una vez que, siendo pequeña, en una cama supletoria de un hotel, leyendo un libro cuyo título no recuerdo, al describir una escena violenta y sexual contra una mujer, me horroricé tanto y me violentó tanto que fui incapaz de seguir leyendo, porque me violentaba mucho: era al mismo tiempo atrayente y doloroso como una patada en la ingle.


Tardé días en dejar de tener esa sensación de violencia total. Hoy en día es algo que no soporto, ni en una película ni apenas en un libro, quizá porque me lo tomo en serio, no estoy insensibilizada por el abuso visual cotidiano.

Tampoco entiendo esa aparente conexión transversal entre libertad y depravación; supongo que tiene que ver con el individualismo exacerbado. Me parecen inapelables los límites en la libertad del otro, e ignorarlos es actuar como una raza superior, inexistente desde el punto de vista genético.




Sirvientas estranguladas por las piernas de su señora porque escenas de sexo en grupo se vuelven inocentemente violentas, coronadas con una sesión de necrofilia y, esta vez sí, violencia gratuita.

Siempre mueren ellas, hasta que empiezan a morir ellos, en una especia de ajuste de cuentas del destino (pelín freudiano. ¿eh?, recordemos a papá y mamá).

Hastío y desesperación emana el escrito.

Definitivamente, es una diarrea mental, y el por qué de que, al mismo tiempo excite debe obedecer a que está lo suficientemente bien escrito como para transmitir todo ese deseo febril de nuevas experiencias orgásmicas a costa de lo que sea, aunque lo que sea repugne. ¿Las violaciones de niños repugnan o no? (si ha contestado no, lárguese de mi blog).

Cómo el cuerpo humano puede ir por un lado y la mente por otro, cómo puede bloquearte completamente, y también como puede jugar con esta idea o la otra sin que el cuerpo llegue a acusar este pensamiento.

Últimamente eso me pasa mucho. Curiosamente, sí que he hecho algo que traspasa el pensamiento; leyendo en el trabajo los desvaríos de este gran cínico, me pilló por sorpresa, me excitó, sentí un repentino calor en la entrepierna, mis labios vaginales hinchados, molestos en su prisión de ropa interior y vaqueros.




Empecé a jugar con la idea de ir al baño y masturbarme, hecho prácticamente contra natura en mí, que siempre he odiado la exposición pública posible de los apetitos privados, y asombrosamente no deseché la idea; así que, como volvía ese pensamiento a mí una y otra vez, decidí hacerlo realidad.

Me metí en el baño de chicas, cerré la puerta de mi wc, me bajé los pantalones, me senté en el retrete y comencé a acariciar mis genitales, comprobando con excitación que estaba húmeda.

Poco a poco fui girando mis dedos alrededor del clítoris, primero lentamente, después con una cierta cadencia, que acompañé, sin percatarme casi, de un suave balanceo de caderas, basculando la pelvis de atrás hacia delante, hacia atrás de nuevo,…y subiendo la intensidad del movimiento de frotación del clítoris con mis dedos húmedos, mojados en flujo, casi sin pensar, hasta queme corrí.

No es que fuera una sensación muy memorable, pero el haber forzado mil límites sí que me produjo un “subidón” de bienestar.

He vuelto a intentarlo otra vez, pero no he tenido éxito, porque ha entrado alguien en el baño, por no estar lo suficientemente excitada,…puede que ya sea tarde porque soy demasiado consciente del hecho, he perdido el “factor surrealista”.

miércoles, 28 de octubre de 2009

La sumisa Elisa

Últimamente he estado leyendo un blog sobre una muchacha que se está iniciando en la sumisión. Pese a que hay pasajes que encuentro excitantes, a modo de espectadora imaginaria, no comulgo en absoluto con esos gustos eróticos. Más vale saberlo, el BSDM, o el sadomasoquismo, como se dijo toda la vida (que nos gusta un anglicismo), no es lo mío. Infligirte dolor por orden de otro, para su placer, depender de su deseo para tus orgasmos, aceptar sus indicaciones por muy humillantes que estas sean,…no.





Pese a reconocer que estoy despertando muy despacio a la sexualidad, que voy dos pasos hacia delante y uno hacia atrás, que cargo con muchos pudores y miedos todavía, y quizá precisamente por eso, no lo disfrutaría.

Mi personalidad ligeramente dominante tampoco me lo permitiría; me gusta complacer, pero no ceder por sistema y sin razón, y no creo que en el ser humano las distintas facetas de la vida están tan separadas; quiero decir que si eres dominante o sumiso, a fuerza eso se tiene que reflejar en el tipo de trabajo que realizas o en cómo lo realizas, en las relaciones sociales,…

Como fantasía, la de dominio o sumisión no está mal, o incluso puede que añadir una interpretación de estas prácticas al sexo lo enriquezca, pero no comulgo con la inclinación sexual en toda su extensión. Hacer algo que no quiero hacer no va conmigo.

Me revelo…y me castigarían.

lunes, 19 de octubre de 2009

La Dama

Conozco a una chica que no es lo que parece. Cuantas habrá con esa misma característica. Menuda, buen tipo, no muy agraciada pero tampoco feísima, aparentemente dulce, pero con destellos de tiranía. De esas que, en los momentos en los que bajo la capa de merengue artificial aflora su verdadero yo, te gustaría llevar a empujones al baño y ajustarle las cuentas. ¡Pequeña zorra!.



La imagino en el baño, mirándome con sorpresa, con expresión de fiera acorralada, oscilando entre el temor y la excitación,…la imagino excitándose involuntariamente ante mis insultos y humillaciones, la imagino dócil y complaciente a su pesar, al comprobar yo la humedad de su entrepierna, mientras la obligo a quitarse la ropa e inclinarse hacia delante, semidesnuda, ofreciéndome una visión perfecta de su culo y su sexo, para que yo, acercándola bruscamente a mi, y llamándola perra, le acaricie los muslos y el clítoris con ligeros movimientos circulares; la imagino gimiendo como la guarra sumisa que esconde, cuando acompaño esos movimientos con la introducción de los dedos de mi otra mano en su vagina, cada vez más fuerte, cada vez más rápido, hasta que su cuerpo cede y se desploma, sus jugos en mi mano, la cara de viciosa, mirándome confundida.

En ese momento, imagino que acerco mi cara a la suya, le beso los labios, lentamente hago rodar mis besos por su pómulo hacia el oído, en el que le susurro: “págame en consecuencia, esclava”. Así es como ella, extasiada, deja que agarre su nuca y la lleve hacia mi coño, mientras me siento cómodamente sobre la tapa del retrete, y lamiendo una y otra vez, como si de su última comida se tratase, me lleva al éxtasis.

Me levanto, le escupo, la insulto y me voy. Creo que a partir de ahora no me mirará del mismo modo. Creo que a partir de hoy me deseará y me odiará, a partes iguales.

jueves, 15 de octubre de 2009

Teoria del futbolista follador

Últimamente me he estado preguntando cómo será estar con uno de esos jugadores de fútbol mega-famosos. Me viene este deporte a la cabeza porque constantemente nos topamos con las cifras astronómicas que suponen sus fichajes, compras y ventas, y no sé qué visión de la sexualidad tendrán estos nuevos “próceres” de la patria.

Me pregunto si les gustará el juego de la seducción, si se entretienen en el juego de la conquista, y por ello les estimula una cierta resistencia, o si por el contrario, acostumbrados a la inmediatez en sus deseos, abandonan esa improbable presa y se lanzan a la caza de otra mejor dispuesta, que les haga el trabajo.

Me inclino a creer, no sé por qué, que la mayor parte de estos nuevos famosos no-sólo-por-su-trabajo se ajustan al patrón correspondiente al segundo tipo. Cuando consigues todo lo que quieres con facilidad, a no ser que en tu entorno más íntimo alguien aporte un poco de cordura, o que esto te suceda en la madurez (no es este el caso que me ocupa, y además, a veces ni la madurez te salva de la estupidez), te vuelves caprichoso e impaciente, poco tolerante a las frustraciones.

Y suponiendo que el mozalbete pertenezca al improbable grupo uno, ¿cómo será follar con él?, ¿será de los que gustan de llevar la voz cantante, follando enérgicamente (al futbolista, la salud y la resistencia se les supone, como el valor al torero) y haciéndote pedir más y gritar que es el mejor, que es buenísimo, que es la p…?, ¿o a lo mejor gustan de ser dominados, cansados de su faceta de líder, hombre fuerte, resolutivo, bla, bla bla?, y desean de algún modo ser sometidos, trasladar la responsabilidad a otros, ser estimulados en lugar de guiar, estimular y rematar. Igual es un descanso para ellos toparse con una mujer de armas tomar.

En todo caso, lo dudo. Las mujeres de armas tomar suelen serlo en todos los aspectos, y dan trabajo. Si vas a una tienda y hay un mostrador lleno de distintos pasteles, todos ellos apetecibles, y en una balda de difícil acceso hay otro pastel distinto pero seductor, ¿qué elegirías?.

Encontrar a un hombre que se ponga de puntillas para alcanzar ese solitario pastel es bien difícil, aunque siempre he creído que, si lo encuentras, se convierte en un regalo inesperado y especial.

martes, 13 de octubre de 2009

La atracción sexual y el modelo de belleza imperante

La atracción sensual hacia otra persona es un misterio. En términos generales, se podría decir que los criterios de selección seguidos instintivamente por cada quién son personales "e intransferibles"; al menos, yo no he encontrado a nadie con quien coincida al 100% en mis gustos en cuanto al objeto de deseo.

Claro está que no tiene por qué coincidir ese patrón con la persona con la que, en el mundo real (y no en el de las fantasías onanistas), te involucras en una relación romántica, aunque supongo que si lo que se pretende es tener sexo placentero, se buscará ese patrón con mayor ahínco.

Y la mayor parte de la gente que conozco tiene una idea bastante clara de sus preferencias visuales, con mayor o menor concrección (desde el que sólo busca una identidad entre imágen e identidad sexual: es decir, que sea un/a mujer/hombre y lo parezca, hasta el que te describe su prototipo con tal lujo de detalles, que empieza a resultar muy inquietante la idea de la clonación humana).

Por si interesa, a mi me gustan las espaldas anchas, las piernas fuertes, la piel cetrina, los ojos chispeantes, el pelo oscuro, la sonrisa fácil, saludables pero no de gimnasio: nada de músculos marcados mediante "machaque sistemático", que me retrotrae a otros ancestros de la especie. Y altos, es decir, grandes (con las restricciones anteriores sobre los músculos anabolizados); hombretones que me hagan pequeñita.

Entonces, ¿por qué nos empeñamos con ahíco en alcanzar el modelo imperante de belleza como autoimpuesto, incluso aunque contradiga nuestros gustos?.


Chicas Dove (*)

(*) Ojo, que de estas chicas he oido decir a otras mujeres que están gordas, que cómo sacan a esas vacas en un anuncio; y eso que hay "casting" y toma de medidas y toda la pesca, ¿que te crees?, bellezas reales pero seleccionadas, no se vaya a tener que esforzar mucho la "peña" en encontrarles la belleza.

El colmo de la paradoja es escuchar por casualidad la conversación de las empleadas de una tienda de ropa (una de tantas, estoy segura), como hice yo con total estupor este fin de semana mientras trataba de probarme unos pantalones en los que, literalmente, era imposibles de subir, cerrar, y no digamos nada de moverse o respirar (¡qué lujos, madre!).

En el curso de mis denodados esfuerzos por introducirme en una supuesta talla 42, la más grande que encontré en una tienda que se precia de tener hasta la 46 (pues o bien la conservan como una reliquia, o LA talla 46 que llega a principio de temporada la rifan entre las, digamos, exhuberantes como yo) , alcancé a escuchar la conversación de estas post-púberes vendedoras de moda para mujeres jóvenes (ojo, véase que no digo chicas ni adolescentes, para clarificar el tipo de tienda y cuál es la clientela diana de la misma, lo que hace la conversación aún más surrealista, si cabe).

La cosa comenzó con una revisión de rasgos de delgadez (o no) heredados de sus progenitoras (ojo, que al parecer sus padres no han tenido nada que ver), para progresivamente ir degenerando hasta sacar la cinta métrica (verídico) y medirse el busto, cintura y cadera para comprobar si sus medidas coinciden con las "ideales". A fuer de llegar a la conclusión de que la visión de una modelo de 1.80 m con estas medidas debía ser aterradora (aunque yo la considerería edificante, sobre todo en vivo, no por la tele, que ciertamente engorda) todas concluyeron que, o bien tenían un culo enorme, o una barriga alienígena,....

Así que yo, tras renunciar al envasado al vacío que suponía la supuesta "talla grande" del lugar, y sudando como una mona por el esfuerzo, me dispuse a salir del probador, y al hacerlo me topo con las deforme muchachitas: ¡cuatro fideos chinos!; la de la barriga alienígena, la cual se palpaba con desespero, tenía una protuberancia abdominal del tamaño de un garbancito seco, os lo aseguro, es más, tengo testigos.

¡Y yo qué hago!, ¿me tiro por la ventana?; desnuda, por supuesto, porque no me cabe la ropa.

Así que ni siquiera los que más se acercan a ese ideal en que, en el caso de la féminas, tiene alrededor de un 23% menos de grasa corporal que una mujer con normopeso (es decir, con el dichoso Índice de Masa Corporal divino de la muerte), se ven gordas, deformes, completamente obsesionadas por el peso, la tripa, tener demasiadas curvas, no tenerlas,.... casi sin atributos sexuales femenimos claros (léase culo y tetas, por Dios, de toda la vida).

Modelo imperante

Eso sí, ellas pueden vestirse como quieran, no con lo que les entre.


P.P.S. ¿Alguien sabe por qué carajo los pantalones "chulos" de tendencia sólo se fabrican hasta la 42, y de los clásicos de señora sí que hay más talla (si tienes la suerte de encontrala)?. Es que sólo les falta poner en la etiqueta: "si estás gorda, jódete". ¿Las rellenitas no tenemos derecho a vestir a la moda y que nos siente bien, porque eso invalidaría el criterio imperante?.

20 años luchando con esto son muchos, y dolorosos.

martes, 6 de octubre de 2009

El Imbécil

El imbécil, insigne representante de la fauna y flora laboral, supongo que de casi todo el mundo. Ese tipo que, literalmente, te saca de tus casillas: prepotente, altanero, maleducado,…En definitiva: el gilipollas contumaz que, invariablemente, hace lo que le sale de las gónadas. ¡Pues anda que si hiciéramos todos lo mismo, lo que sería ir atrabajar!.

Ya nos hemos situado, ¿no?. En mi trabajo, por desgracia, hay varios especímenes pertenecientes a esta raza de energúmenos, cada uno con sus particulares características.

¿Y qué me dicen de si el interfecto está razonablemente bueno?. Si, el típico narcisista, egoísta hasta la médula, y con un miedo cerval a perder una milésima de poder/preponderancia/notoriedad (¿será que estar bueno no es suficiente y él pensaba que si?). En mi trabajo tenemos el dudoso honor de soportar un claro exponente de este fenotipo.

En el entorno laboral eso no te sirve de nada. Al menos yo no consigo separar el aspecto físico de la personalidad. Si un tío es imbécil, puede ser como un dios griego, que para mi es y será un cretino impenitente.

Bien. Pero a la hora de fabricar una fantasía erótica, el “pavo” ese aparece en tu retina una y otra vez; te preguntas: ¿por qué pienso en este cenutrio?. Fácil, ¡porque está bueno!, y para echar un polvo, aunque sea virtual, no hace falta más. Así de claro. (Aunque me de rabia, lo reconozco).

El resultado práctico es que, de vez en cuando me encuentro inmersa en fantasías de dominación con el individuo ese, porque ya que me “jode” laboralmente, lo propio es que me lo cepille yo eróticamente hablando, ¿no?. ¡Faltaría!.



Así que mi fantasía se suele desarrollar en el entorno laboral; nos quedamos solos/encerrados/olvidados en el trabajo, comenzamos a discutir desaforadamente, pero en algún momento me doy cuenta de que, al fin y al cabo, yo soy una mujer y el un hombre heterosexual y bastante simple, así que está claro que no va a perder la oportunidad de follarme. Fijo.

Conocido mi poder, la cosa cambia y mucho. Le hago partícipe de mi descubrimiento, lo cual le deja helado, y pongo mis condiciones. Supongo que el tipo evalúa qué le merece más la pena, follar o una patada en los cojones, que es lo que me falta ya para expresar todos mis desacuerdos profesionales, y poco a poco, su cara varía de expresión.

Lo veo, lo veo claro, ha elegido: ha elegido follar, y según mis condiciones. ¡Viva el instinto animal!.

Las condiciones: masaje, masturbación, sexo oral, satisfacción completa de mi persona, y después evaluaré si le dejo penetrarme.

Cumplidas las condiciones, y después de correrme dos veces (masturbación, 1; sexo oral, 2), estoy tan satisfecha que decido agasajarle con una buena mamada, que al fin y al cabo también me apetece, y cuando su cuerpo empieza a temblar y a contraerse involuntariamente, paro en seco, lo miro y le digo: ¡fóllame!. No hace falta que lo repita: se aplica a ello con fruición, contra la mesa del despacho donde estamos. Tres, dos uno,…otro orgasmo. Se acabó.

El plano se funde en negro, como en las películas antiguas. Pero el sexo, aunque placentero, era lo de menos,…lo estimulante ha sido el poder.

lunes, 5 de octubre de 2009

Blanco y negro

El otro día me preguntaba mi chico, al hilo de una conversación sobre los criterios estéticos que aplicaba a la selección de la miríada de fotos de chicas que guarda en nuestro ordenador, que por qué yo no tenía fotos eróticas de chicos guardadas en internet. Francamente, no supe qué contestarle en ese momento.

Pero lo he pensado. Y llego a la conclusión de que no es fácil para mí encontrar fotos erotizantes, así que no las tengo porque me da pereza buscarlas.

En primer lugar porque, en su mayor parte, y con alguna honrosa excepción, me desagradan las fotos con penes y vaginas en primer plano: muy gráfico y descarnado. En segundo lugar, no me preguntes por qué, el uso exagerado del color me parece muy vulgar. En tercer lugar, porque me parecen más estéticas las fotos de cuerpos femeninos. Y en último lugar, porque me dice mucho más lo que se sugiere a o que se muestra.

Así que fotos insinuantes, que no muestren directamente o en primer plano los órganos sexuales, y en blando y negro, ¿no?.

He encontrado algunos ejemplos ilustrativos:


(la mejor)
(pena de ojos cerrados)
(pena de boca cerrada)



Después, pensando en ello, he encontrado una imagen que me erotiza muchísimo, cada vez que la veo, y que tenía olvidada. Os sitúo: Blade (la primera), Wesley Snipes, hacia el final de la película, de espaldas a la cámara, con el torso desnudo y un tatuaje impresionante. Sin palabras,…o con demasiadas.

He tratado de encontrar ese fotograma, pero no he sido capaz, me tengo que conformar con este otro, en que la chica sobra. Haceos a la idea de que sólo está esa portentosa espalda ( y toda ella), que parece viva.



He de comentarle mi descubrimiento a mi costillita.

Erótica y bolsa

Alucina con el artículo encontrado en esta página web:

http://www.tendencias21.net/Las-imagenes-eroticas-estimulan-el-riesgo-economico-en-los-hombres_a2184.html

En dicho artículo se comenta que los investigadores Brian Knutson (profesor de psicología de la Universidad de Stanford) y su colaboradora, Camelia Kuhnen, analizaron el coportamiento de 15 varones heterosexuales (me pregunto por qué, supongo que para simplificar el estudio, aunque yo probaría a hacer lo mismo con homosexuales; el que seamos mayoría no nos hace la medida de todo), descifrando el mecanismo neurofisiológico subyacente a la toma de decisiones económicas. A seaber:

Los hombres tienden a arriesgar más dinero después de ver una escena erótica, lo que se corresponde con un incremento de la actividad neuronal en el núcleo accumbens del cerebro.

Vamos....que piensan con la polla. Demostrado científicamente.

martes, 29 de septiembre de 2009

Willy

Hace unos ocho años que conozco a Willy, y debo reconocer que mejora con los años. O quizá es mi visión la que va cambiando. No sé, es la misma sensación que cuando ves a alguien agradable más guapo y a un completo gilipollas más feo, aunque sea un anuncio andante.

Willy causa esa sensación de serena satisfacción en mí. Quizá no me haya acostumbrado del todo a su olor, y por eso trato de que su dueño lo lave constantemente; sus jugos tampoco me resultan especialmente sabrosos, y la textura de los mismos me desagrada, por eso procuro no tragar nada, y disfrazo los prolegómenos con saliva o chocolate. Quizá eso cambie alguna vez o quizá no, pero yo soy así, no me gusta el olor natural de Willy en plan asilvestrado, en plan sudor y olor a “hombre”,… soy de la tribu del olor a jabón, y no creo que haya mucho que hacer.

Pero lo que realmente me encanta de él es su tacto. Es tan delicado como la seda, suave y delicioso, también cuando se esconde, y duro como el mármol más pulido cuando se yergue orgulloso y anhelante, o simplemente contento, o pedigüeño, o simplemente a la expectativa.¡Y pensar que a veces me da miedo!.

Su perfil tampoco está nada mal, libre de capuchón, que perdió ya hace mucho tiempo porque frustraba sus ganas de crecer y conocer otros territorios, o de que su dueño le diera buen uso. Es siempre muy estético, ha perdido ese punto ridículo que siempre me ha parecido que tienen los otros en estado de relax, aunque erectos se parezcan todos.

Así de juguetón, delicado y firme, complaciente y suave, … y sobre todo, es mío. Y lo quiero.

Los cementerios

Hasta hace bien poco, los cementerios se me antojaban sitios alegres.

Si, ya sé que puede parecer un contrasentido mezclar la muerte con la alegría, pero muchos de los cementerios que he visto tienen algo de pétreo pero poco de muerto. Hay callejuelas con césped, flores naturales, crespones, guirnaldas doradas de esas que si que son “para siempre”,…granitos y mármoles de distintos colores, piedras,cierta elegancia melancólica...y sobre todo inscripciones. No la típica de D.E.P. (si señores, R.I.P lo hacen los de habla inglesa), o “tu familia que no te olvida”, de un encanto previsible, sino las inesperadas.

Siempre me ha gustado leer las inscripciones. ¿Morbo?: no, curiosidad. Dicen mucho de lo que de trámite o personal tuvo el trance para la familia. Recuerdo vagamente cómo me sorprendió una de está inscripciones, en latín, en el cementerio monumental situado en la Plaza de los Milagros, en Pisa (si, en la plaza donde está la inefable Torre que desafía a la gravedad,...o a los geólogos,...o a los arquitectos, no lo tengo claro); me costaba lo mío traducir las inscripciones en la lengua muerta fuente de toda nuestra verborrea latina actual, y cuando descubrí el significado constituyó una revelación deliciosa; no recuerdo el texto exacto, pero venía a decir que el finado estaba en el inframundo, que era donde le correspondía estar, y de donde no debía haber salido nunca; esto, unido a que la placa estaba enlosada en el suelo,...

Uff, me costó mucho sofocar el ataque de risa, qué mala baba y cuánta inquina sostenidas durante sabe Dios cuánto tiempo para acabar poniendo eso en la lápida del muerto. Y digo yo, ¿no sería mejor habérselo dicho en vida?, porque ahora sólo existe para solaz de los curiosos, que al muerto le dará igual.

Hay otros cementerios, esos pequeñitos que rodean a las iglesias, esos de antes, que son una gozada, e incluso algunos modernos que no están nada mal.

Y luego están los metafóricos: esos me horrorizan. Mausoleos de mausoleos, con calles asfaltadas (así no hay que cuidar el césped) en cuyas veredas se sitúan cientos de nichos en columnas insultantemente iguales: misma piedra, misma inscripción, mismas letras, mismas flores de plástico,...triste y frío, y sobre todo, impersonal. ¿Qué habrán hecho estos pobres muertos para merecerlo?, porque, a mi juicio, esto es peor que la peregrina inscripción lapidaria (ay, no lo pude evitar). No sé si a algún arquitecto le dio de repente por aplicar el ideario comunista a los cementerios, pero se confundió y en la librería le dieron el alienante, fijo. ¿Cómo van a estar los muertos acompañados si el sitio resulta desagradable para los vivos?.

Felicitaciones, un paso más hacia la total falta de asunción de la muerte. Vamos a ver si la despersonalizamos y afeamos, para olvidar lo que es, en sí mismo, la evidencia de lo que somos: nada; una nada complicada, pero nada al fin y al cabo.

miércoles, 23 de septiembre de 2009

La imposibilidad

He descubierto una cosa: soy incapaz de masturbarme cuando comparto la cama con mi chico. Incluso estando él plácidamente dormido, soy incapaz.

Ya me había dado cuenta de esa imposibilidad cuando está despierto, pues la única forma en la que consigo masturbarme en esas circunstancias es que lo haga él. De hecho, me ha pedido varias veces que me masturbe delante de él, para verme, pero yo soy incapaz.

Ahora, lo de esta noche ha sido para nota: me he despertado hacia las seis de la mañana, notando un ligero ardor en mi entrepierna, del tipo en que los labios están hinchados, casi tumefactos, pero no estás lubricada (no sé si esto es normal, fruto del uso de píldora, o….no sé); casi instantáneamente empecé a tener una fantasía con un mecánico de taller que conozco, y que, si no quisiera a mi costilla, quizá fuera un candidato, no por el físico (nada que ver con un tipo cachas de gimnasio, musculoso y sexy, borradlo de la mente), sino por la forma en que me trata (ah, el cerebro de las mujeres, por lo menos el de esta), arrogándole un carácter mucho más marcado, y a mi, por supuesto.

Como no había manera humana de lubricar, aunque me estaba estimulando manualmente, traté de hacerlo con saliva, pero me cuesta horrores escupir, escupir sobre un dedo con olor a sexo ya ni te cuento, y además la saliva es como el agua, se seca rápido y al final reseca más que empapa. Como el lubricante lo tengo en un cesto de plástico que hubiera tenido que abrir, para lo cual había que encender la luz, cosa que despierta indefectiblemente a mi costilla, opté por buscar en el cajón de la mesita una crema que me recetó el ginecólogo para los picores de origen incierto, y me la intenté echar. La crema viene en uno de esos tubos plásticos que recuperan siempre su forma original, y no salía, no salía,...¡hasta que salió todo de golpe!; la sensación de frío en el clítoris estuvo bien, pero la pringada total de sexo y bragas, ¡un desastre!.¡Casi no podía moverme, para no pringar todo mi lado de la cama!.

Me tuve que levantar e ir al baño, retirarme gran parte de la crema y cambiarme de ropa interior…¡y de orgasmo, ni hablamos!. Eso sí, mi niño dormidito, dormidito, y yo dando vueltas hasta que sonó el despertador (tres veces, porque no era capaz de mover el culo).

Una experiencia desastrosa.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Divergencias realidad-ficción y dismorfofobia

La vida debería ser tal y como la imaginamos. Sería tal la sensación de felicidad que la gente se sentiría incluso ligeramente indispuesta, estilo “mal de Stendhal”, ante tanto ideal hecho carne y sangre. Aunque sospecho que ni siquiera en este caso el ser humano se sentiría satisfecho: convertido el sueño en realidad buscaría otro sueño.
Uno de mis sueños constante y continuo es tener una vida sexual rica y abundante, satisfactoria y vital. Difícil, porque en mi vida cotidiana no me siento así en absoluto. Y eso de decir “me siento” y no “estoy” o “soy” ya es un avance, conste en acta. Habitualmente estoy cansada de pasar 9 horas y media aburriéndome mortalmente en el trabajo (por desgracia, se necesita dinero para vivir), cansada cuando llego a casa, cansada de no ser capaz de hacer más de lo que hago, ¿sabéis?, todas esas cosas que hay que hacer: ejercicio todos los días, comer 5 piezas de fruta o verdura, dedicar un tiempo al ocio, resolver las labores de casa,masajearse ls pies, ponerse una mascarilla, la crema de la celulitis, siempre arreglada, siempre dispuesta …. En cierto modo, cansada de estar cansada me encierro en mi misma, y sólo después de un entrenamiento intensivo, consistente en leer relatos eróticos uno detrás de otro, o buscar una película porno que no me resulte desagradable (esta si que es una labor ardua,…¡mira que son malas las actrices porno!,…encontrar una a la que te creas es bien difícil), quizá me apetezca una masturbación, quizá un mimo,…pero el resultado es dicotómico: ciertamente relajante y satisfactorio, positivamente insuficiente. ¿Habéis escuchado alguna vez una pieza interpretada en un piano de estudio, con la sordina puesta?, bien, pues trasladadlo al campo de lo físico y huelgan las palabras.
La dismorfofobia es un claro inconveniente. Para el que ande un poco despistado, le diré que, técnicamente es un síndrome de distorsión de la imagen, y yo utilizo el término en un sentido algo más extenso, por mi querencia por las palabras técnicas que se ajustan bastante a los significados buscados; pero en resumidas cuentas, y yendo al grano: me veo gorda, con tripa y las piernas desproporcionadamente robustas en las parte superior, y torcidas. Sé que no soy un monstruo ni soy obesa, aunque siguiendo los cánones de salud-belleza (he llegado a la conclusión de que en estos tiempos ambos términos se entrelazan de una forma muy torticera) sí tengo sobrepeso. Hago lo que puedo al respecto, pero los puñeteros 5 kilos insisten en quedarse conmigo.
A lo que voy: eso es lo que veo en el espejo: ¿cómo llevar mis fantasías a la realidad si, por mucho que me desee mi pareja, por muy linda que me vea, yo soy incapaz de verme a través de sus ojos?; esa es la sordina, en resumidas cuentas. Y vaya si es efectiva, la muy c…. Aunque le veo el juego a los comerciales de televisión, a la tele, a las selecciones de presentadoras en el telediario (ellos, cuanto más añejos se ve que mejor), a las tiendas con tallas minúsculas, es una acoso y derribo de tal calibre a la autoestima femenina que no consigo “hacerme fuerte” en mi plaza. Lo intento, y la mayor parte del tiempo actúo en consecuencia, pero esa asquerosa oruga está constantemente comiéndome las entrañas.
Ah, esto unido al mal de la humanidad más favorecida, el nervio permanente,…para qué quieres más. A veces pienso que si no tuviéramos con qué alimentarnos, ni posesiones ni un mínimo bienestar económico, estaríamos tan preocupados por vivir cada día, que todas estas “neuras” paralizantes no tendrían cabida. O quizá estoy equivocada, mi abuela vivió toda su vida amargada, probablemente depresiva crónica sin que nadie se lo diagnosticara porque ya se sabe que en aquellos tiempos todo eran “histerias femeninas”, y no nadaba en la abundancia precisamente, todo lo contrario.

¿¿¿¿????

jueves, 3 de septiembre de 2009

Resurgir

Bien, ya he encontrado el lugar. A partir de mañana intercalaré retazos de la realidad con perlas de la imaginación esa que intento calentar, aunque sea con pedernal.

Rumbos inciertos

Por cierto, estoy pensando en incluir algunos relatos eróticos, gracias a la muy inspiradora Susanamo y otras malas artes, pero primero debería averiguar como se le cambia la gradación a este alcohol.

Bicos.

Momentos disfuncionales

Ayer lo pasé mal. Francamente mal.

Me pasa por hacerle caso a mi santo, que me convenció para ir al médico de cabecera (bonita expresión, si realmente te guardase como el supuesto ángel) y, una vez más, relatarle mis cuitas. Y digo una vez más porque ya va siendo casi milagrosos encontarte dos veces el mismo "ángel custodio" en dos visitas al centro de salud, siquiera consecutivas.

Me invadió tal congoja que no pude terminar, tuve que tenderle a la "ángela" de turno mi consabido esquema de desastres y ruinas físicas para que lo leyera, de lo cual la tipa coligió lo siguiente: "me parece que estás un poco deprimida".

Pues mira, sí, deprimida estoy de contarle una y otra vez mis difusos males a todos los matasanos que tiene a bien poner a mi servicio el Sergas, sin que a ninguno le importe una mierda mis padeceres. Aburrida estoy, y abatida, y violentada, y deprimida,....y por qué no: hasta los huevos.

W dixit.

viernes, 29 de mayo de 2009

La razón suprema

La barrera de lo racional a veces resulta infranqueable. No obstante, los seres humanos somos animales; con unas peculiaridades que nos hacen distintos a otro animales, lo concedo, pero animales, al fin y al cabo. La razón debería servir para moderar o modular los instintos y emociones propias de nuestra naturaleza, siempre capaz de lo mejor y de lo peor. Sin embargo, nuestra educación agustiniana con tintes platónicos nos impulsa a emplear la razón como total dominadora, la que ahoga los instintos, digo bien, no la que los modula sino la que los arrasa, tiñendo nuestra parte similar al resto de los animales de un añil maligno y culpabilizador. Tender a Dios eliminando al animal, cuando el Dios en que algunos creemos era humano también.


Por eso me enfado conmigo misma cuando lloro por lo que veo en el telediario, cuando me afectan los comentarios de los demás o siento que algunos amigos me dan la espalda, cuando veo la flagrante injusticia, el atrevido engaño, cuando no soy capaz de responder a deseos físicos porque mi estado no es el adecuado,…..siempre fustigándome porque el dominio de la razón no es total; yo, que soy tan razonable.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Séneca

"Para quien navega sin rumbo, ningún viento es favorable".

lunes, 25 de mayo de 2009

La Mala Educación

Llevo ya un tiempo inmersa en una cierta crisis existencial. Pese a que debo estar agradecida por tener un trabajo, relacionado en mayor o menor medida con mi formación, me siento un poco fracasada tanto por la irrelevancia del mismo como por su sueldo “tirando” a irrelevante.
Algo tiene que ver el hecho de que muchos de los que me quieren esperaban algo más, como si yo fuera una especie de “esperanza blanca” de valía e inteligencia destinada a mejores cosas.
¡Haz algo al respecto!, pensaría cualquiera, y yo lo pienso, pero encuentro las opciones harto defectuosas y arriesgadas: si oposito, en el supuesto utópico de éxito, puedo acaba en las quimbambas, con lo que mi relación personal peligraría; cambiar de trabajo viviendo en As Pontes es “complicadete”, sobre todo porque la idea es mejorar, no empeorar; irme a trabajar a Coruña supone trasladar mi residencia y hacer conducir una hora a un tío cuyo horario de trabajo oscila alternativamente entre las 6 de la mañana, las dos de la tarde o las 10 de la noche,…en fin, que me encuentro en un callejón sin salida.
Quizá la única opción radique en la dichosa aceptación (léase entrada anterior), habiendo constatado que la vida puede cambiar en un minuto y que no hay nada escrito, irremediable o fatal, salvo quizá la muerte, pero siempre que lo intento, en líneas generales fracaso.
Así que he empezado a analizar por qué, y he descubierto una perversión dañina en la educación recibida, sobre todo en el colegio. Estudié en un colegio concertado católico, pero algo me dice que este defecto es extensivo a cualquier institución de enseñanza de mi época de estudiante (1982 a 1999). Durante 17 años he sido educada en la convicción de que los logros personales y profesionales estaban íntimamente ligados con el esfuerzo, y que un empeño real en conseguir un objetivo llevaba a su consecución. Los 10 años posteriores se han empeñado en demostrar que esta teoría es una falacia, porque elimina de la ecuación los factores suerte, oportunidad, influencias, nepotismos, amistades, relaciones,…Me recuerda mucho al “leit motiv” del sistema educativo del país de las oportunidades, con la diferencia de que la vieja Europa no es esa tierra ni se gobierna por los criterios del hombre hecho a si mismo. De sobra sabemos que en Europa un hombre que se ha enriquecido en un periodo relativamente corto de tiempo, probablemente oculte recursos un tanto opacos.
La consecuencia de la confrontación entre la “teoría del esfuerzo personal” y la realidad, es una sensación de permanente frustración e insatisfacción que arrastramos la mayor parte de los miembros de mi generación. La ausencia total de educación en la tolerancia a la frustración nos convierte en adultos intolerante, infelices y ligeramente atormentados.
Deberían enseñarnos el lema de los AAs como si de un mantra se tratase (adaptándola a las creencias de cada uno): Dáme serenidad para aceptar lo que no puedo cambiar, valor para cambiar lo que sí se puede cmabiar, y sabiduría para ver la diferencia.
Yo, de momento, sigo nadando en el mar de la confusión, porque le sigue faltando algo al mantra: cualquier cambio tiene consecuencias, ¿estoy dispuesta a aceptarlas?.

martes, 19 de mayo de 2009

Aprender a aceptar, aprender a resignarse….

Aceptar y Resignarse son Cosas Distintas

Lo saben todos los terapeutas, para superar algo hay que empezar aceptándolo.
Aceptar es reconocer que lo que ha ocurrido, ha ocurrido. Cada cual hizo lo mejor que pudo, pero no pudo ser. Ya está, no hay que darle más vueltas, las cosas son así. Cuando aceptas una situación, el mundo se abre de nuevos caminos. Comienzas a entender lo que ocurrió. El dolor existe, pero nuestra reacción a él no tiene que ser automática.
Resignarse es lamentar lo perdido. Desear que hubiese sido de otra manera. Esperar la revancha. Fantasear que las cosas cambien. Volver al comienzo. Resignarse porque no te queda otro camino te mantiene en el mismo camino, no ves las salidas.
Resignarse nos esclaviza. Aceptar nos libera.
Jesús Encinar

Según la RAE, la cosa no está tan clara:
  • Aceptar (Del lat. acceptāre, recibir). 1. tr. Recibir voluntariamente o sin oposición lo que se da, ofrece o encarga. 4. tr. Asumir resignadamente un sacrificio, molestia o privación.
  • Resignar (Del lat. resignāre, entregar, devolver). 3. prnl. Someterse, entregarse a la voluntad de alguien. 4. prnl. Conformarse con las adversidades.
  • Conformar (Del lat. conformāre). 5. prnl. Reducirse, sujetarse voluntariamente a hacer o sufrir algo por lo cual se siente alguna repugnancia. 6. prnl. Darse por satisfecho.
En un foro de internet he encontrado esto: “La resignación, en cambio, creo que no aporta ni comprensión, ni aceptación, es más bien una derrota asumida”.

Parece que los especialistas establecen una diferencia sutil entre resignarse, como algo pasivo y doloroso sin mayores consecuencias, y aceptar, como algo activo y enriquecedor; no creo que la línea divisoria esté tan clara, y, según mi experiencia personal, a lo largo de un mismo día se oscila entre la resignación, la aceptación, la conformidad y la resignación más a menudo de lo mentalmente saludable, como un barco en zozobra; efectuar el esfuerzo pro-activo de amarrarse a una sola de estas acciones significaría renunciar u obviar múltiples sentimientos contrapuestos que a uno le acechan sobre la misma cosa.

Desde luego, no es tan fácil, ni siquiera sé si es posible.